La ‘hora’ de la verdad

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La ‘hora’ de la verdad

Puede ser que a alguna persona responsable de los recursos humanos de la infinidad de entidades que conforman nuestro tejido empresarial le haya pillado por sorpresa la nueva normativa relativa al control de registro horario.

Es posible que tanto trabajadores como empresarios consideren un engorro más esta nueva obligatoriedad de realizar un registro diario de su jornada laboral, a través de medios analógicos o digitales.

Pero si tenemos en cuenta que, según algunos expertos, en nuestro país se llevan a cabo más de dos millones de horas extra a la semana, sin ningún tipo de retribución ni compensación pactada, desde OGE Consultores consideramos que esto debe hacernos reflexionar sobre la realidad que, desde hace bastante tiempo, se ha instaurado en la estructura productiva de algunas empresas.

Aunque es posible que, como en otras muchas situaciones, acaben pagando justos por pecadores, este cambio normativo viene a intentar solucionar, o al menos paliar, la tendencia hacia la búsqueda de una mayor competitividad a través del establecimiento en multitud empresas afectadas de jornadas laborales por encima de lo establecido en el convenio aplicable.

Si bien es cierto que esta laxitud en la duración de la jornada laboral ha desembocado en que algunos trabajadores se tomen con más calma su trabajo diario, reduciendo su ratio de productividad por hora a costa de pasar más tiempo en su puesto de trabajo, no debemos caer en el error de plantear este supuesto como una tónica general, que más bien responde a la necesidad de las empresas de seguir siendo competitivas sin entrar a valorar si realmente lo son o es solo un espejismo.

Así, cada vez son más frecuentes los casos de jornadas interminables, que hacen imposible cualquier intento de implantar un sistema óptimo de conciliación y corresponsabilidad en nuestro país.

Por eso, la nueva legislación sobre control horario de la jornada laboral hace más necesario que nunca que las empresas analicen detenidamente su estructura de costes actual, para que la eliminación de estas disfuncionalidades no afecte irremediablemente a su cuenta de explotación y, a medio y largo plazo, a su continuidad y supervivencia.

Solamente si se lleva a cabo una reestructuración del funcionamiento organizativo y productivo de las empresas, en las que su productividad y rentabilidad no dependa exclusivamente de un exceso de horas trabajadas, se estará avanzando hacia un modelo productivo capaz de competir en igualdad de oportunidades tanto a nivel nacional como internacional.