04 Mar Maquillaje de cuentas: El peligro de ‘hacerse trampas al solitario’
La gestión empresarial de un negocio está sujeta a toda una serie de normativas y leyes que, por su propio carácter integrador y generalista, permiten un cierto grado de flexibilidad en la exposición de cuentas y resultados, con el fin de que puedan ser aplicadas en todo tipo de sectores y tipologías de sociedades.
Del mismo modo, en el ámbito de la contabilidad o la fiscalidad, como ocurre en otros muchos aspectos de nuestra vida personal, es relativamente normal que seamos propensos a tratar de maximizar nuestros éxitos y puntos fuertes, y que, de igual forma, tengamos la tentación de ‘correr un tupido velo’ sobre aquellos aspectos de los que estamos menos orgullosos o somos conscientes de que pueden afectar negativamente a nuestra imagen.
El verdadero problema de la aplicación de lo que se conoce como maquillaje contable, o contabilidad creativa, reside en el momento en el que se comienza a ser víctima de nuestro propio personaje, dirigiendo todos los esfuerzos de gestión en mantener una imagen ilusoria, en lugar de tratar de subsanar lo antes posible aquellos errores o deficiencias que han motivado este comportamiento.
Es en estos casos cuando la obstinación por no reconocer abiertamente estos problemas y ponerse manos a la obra en su resolución suele desembocar en el desarrollo de unas prácticas que no solo son totalmente contraproducentes a nivel interno, sino que constituyen un fraude de ley y pueden ser objeto de sanción administrativa o, incluso, penal por parte de las administraciones competentes.
Por este motivo, es fundamental que, si percibes que tu empresa se encuentra en una situación de este tipo, o corre el riesgo de hacerlo, te pongas en manos de aquellos profesionales que pueden detectar, de una forma totalmente objetiva y neutral, las deficiencias y problemas financieros que están generando esta situación y establecer las vías de mejora para subsanarlos lo antes posible, en lugar de emplear técnicas de contabilidad creativa que, más pronto que tarde, acabarán volviéndose en tu contra.
Tanto a nivel profesional como personal, la consecución del éxito reside en enfrentarse de cara y sin miramientos a los problemas que nos encontramos en nuestra vida diaria, y no en ‘enterrar la cabeza como el avestruz’, cruzando los dedos y deseando que los problemas se resuelvan solos, a la espera de un cambio de viento que, en la práctica totalidad de las ocasiones, nunca llega.