Elementos clave para conocer la salud financiera de tu empresa: Eficiencia

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Elementos clave para conocer la salud financiera de tu empresa: Eficiencia

Una vez que en anteriores publicaciones de este blog hemos concentrado nuestra atención en toda una serie de ratios que dirigidos a ofrecer información en relación a la salud financiera de la empresa desde un punto de vista, podríamos decir, más operativo o visible, ya que se refieren a su liquidez, endeudamiento, rotación de activos o gestión de cobros y pagos, hoy queremos detenernos en un indicador con un carácter más estratégico, pero igualmente importante para el día a día de un proyecto de negocio, como es su eficiencia.

Así, desde una perspectiva empresarial, el ratio de eficiencia de una empresa se basa en el análisis de la relación existente entre los ingresos obtenidos por esta en el ejercicio de su actividad y los gastos que han sido necesarios para la consecución de dichos ingresos de la explotación.

Por tanto, el nivel de eficiencia alcanzado por tu entidad se puede calcular a partir de la división entre los gastos de explotación y el margen bruto obtenido, multiplicándolo por 100 en el caso de que desees contar con este indicador en términos de porcentaje.

A la hora de interpretar correctamente este indicador de eficiencia empresarial, conforme a la definición mostrada anteriormente, será preciso tener en cuenta que este mostrará una mayor salud financiera de la entidad cuando menor sea su valor.

En este sentido, en el caso de, por ejemplo, el cálculo del indicador de eficiencia de tu empresa refleje que se encuentra actualmente en un 54%, este dato mostrará que, para la obtención de 100 euros de ingresos, tu entidad ha necesitado incurrir en un gasto de 54 euros.

Del mismo modo, los valores contemplados para la definición de este indicador son los que nos muestran las posibles vías que tenemos a nuestra disposición para favorecer una mejora de tu eficiencia empresarial, y que estarán asociadas a la alternativa de intentar mejorar el margen bruto de la entidad manteniendo un mismo nivel de gasto de explotación o, por el contrario, poner en marcha una política de evaluación y ahorro de costes, con el fin de conseguir un mismo margen pero reduciendo aquellos gastos de explotación que no sean estrictamente necesarios para la obtención de ingresos y que, por tanto, pueden considerarse como prescindibles o superfluos.