Gestión empresarial

Puede que sea cierto que nos haya costado asimilarlo, pero nuestro tejido empresarial cada vez es más consciente de que está expuesto, por las propias características del entorno y del mercado, a la ocurrencia de crisis cíclicas, que afectan cada cierto tiempo a la estabilidad de las empresas en su conjunto con una mayor o menor virulencia, en función de su envergadura y duración.
No cabe duda de que la existencia de fuentes de financiación externa, como son las entidades bancarias, los fondos de inversión o de capital riesgo, o las entidades de capital semilla y business angels, pasa por ser un aspecto esencial para que las empresas puedan abordar sus proyectos con mayores garantías de éxito.
Cuando gestionas un negocio, es bastante normal, y hasta lógico, que celebres como un éxito la incorporación de un nuevo cliente, o la detección de un incremento en el volumen de ventas respecto al ejercicio económico (o el trimestre) anterior.
Una de los principales beneficios que nos aporta el desarrollo tecnológico actual reside, como no podría ser de otra manera, en la posibilidad de acceder a un gran volumen de información relacionada con nuestro ámbito de actuación o vocacional, de gran utilidad para encontrar respuesta a nuestras inquietudes diarias.
Ahora que estamos tan solo a unas horas de la finalización del año 2021 y el comienzo del nuevo año 2022, es muy probable que estén rondando por tu cabeza todos aquellos aspectos que te gustaría cambiar, a nivel empresarial, durante los próximos 365 días.
En el desarrollo de tu trabajo diario, en la gestión de una organización, es totalmente normal que tomes como referencia de tus actuaciones presentes y futuras las buenas prácticas que realizan otras empresas, ya sean o no de tu sector de actividad, tratando de extrapolarlas al funcionamiento de tu negocio, como ya vimos en una anterior publicación dedicada a los beneficios del benchmarking.
No cabe duda de que, el hecho de tomar conciencia sobre la necesidad de ir un paso más allá de las decisiones cortoplacistas y urgentes que caracterizan tu día a día, analizando el entorno que te rodea y definiendo los objetivos que quieres alcanzar en los próximos años, es un aspecto esencial para garantizar el crecimiento y consolidación de tu empresa a largo plazo.
Poner en marcha un nuevo proyecto empresarial o consolidar el crecimiento de tu negocio a lo largo de los años implica, como no podría ser de otra manera, la necesidad de tener las ideas muy claras en cuanto a tu situación actual, las metas que quieres alcanzar y, sobre todo, las actuaciones que hay que llevar a cabo a corto, medio y largo plazo para la consecución con éxito de estos objetivos.
En el mundo empresarial, y muy especialmente en el ámbito de la empresa familiar, uno de los aspectos que, sin duda, genera una mayor incertidumbre a nivel organizacional y estratégico, reside en el necesario cambio generacional que debe llevarse a cabo una vez que las personas que, con todo su esfuerzo, sudor y renuncias han conseguido convertir ese ‘sueño de juventud’ en una realidad, deciden dejar paso a aquellos que están llamados a tomar las riendas del negocio y continuar con su andadura.
No cabe duda de que, cuando decides poner en marcha un nuevo proyecto empresarial, durante sus primeras fases de su desarrollo y crecimiento, te verás obligado a asumir personalmente la mayor parte de las tareas relacionadas con su funcionamiento, con el fin de ahorrar costes y reducir así el tiempo necesario para la recuperación de la inversión realizada.